Nuestro Movimiento Justicialista históricamente siempre ha estado a la vanguardia de los nuevos derechos, de la unidad nacional y la integración latinoamericana de la Patria Grande, de un país moderno con desarrollo e inclusión, de la protección de las minorías, de nuestros niños/as y nuestros mayores. Nunca hemos predicado el odio, por el contrario, lo sufrimos y lo pagamos con muertos y dolor.
En estos 40 años de democracia, más allá de las deudas y los errores, hemos conquistado una serie de derechos fundamentales, que constituyen la base para convivir en paz, y forman los cimientos para avanzar hacia el desarrollo con inclusión social, respetando las diferencias, en un país de iguales en derechos. Y en la próxima elección del 19 de noviembre tendremos que elegir qué tipo de país queremos.
En ese marco, queremos discutir un Peronismo para el siglo XXI, modernizar y actualizar al contexto actual las Banderas Históricas de nuestro movimiento, porque viejos son los trapos, no nuestra banderas.
El País que viene es un Pais de Unidad Nacional. Nuestro pueblo nos demanda y necesita políticas firmes y decididas, para reparar las injusticias y construir el bienestar de todos y todos.
Debemos inaugurar una etapa en la que primará el diálogo, la convivencia democrática y la búsqueda de consensos, para resolver los problemas y desafíos que tenemos como país.
Será el gobierno del fin de la “grieta”, respetando nuestras diferencias en pos de un objetivo común: construir un mejor futuro para todas y todos.
Siempre crecimos cuando abrimos los brazos, nuestro país y nuestra provincia son ejemplos de diversidad, son la muestra de que podemos construir una identidad como pueblo integrando a todos y todas bajo una misma utopía.
No se trata de quitar derechos o de sacarle a uno para darle a otro, se trata de generar oportunidades e igualdad, desarrollo e inclusión, diálogo y consenso.
Y esto hay que remarcarlo, porque estamos frente a un candidato que predica el odio y la destrucción, reivindica a la política genocida de la última dictadura hablando de ‘excesos’, defiende el libre comercio de órganos y armas, un candidato para quién la Justicia Social es una aberración.
Y lo remarcamos porque en nuestra provincia lo apoyan dirigentes políticos –después de haber declarado públicamente que no aguantaba los 5 segundos de Tik Tok sin demostrar su incoherencia, vaya contradicción.
Volvamos a lo nuestro, que debe ser lo de todos, el Nuevo Peronismo para el siglo XXI debe promover un debate y proponer definiciones claras en temas como ciencia, tecnología, innovación productiva, trabajo, igualdad salarial, inclusión financiera, arraigo y cuidado del ambiente.
También debemos avanzar en temas fundamentales vinculados a nuestro desarrollo futuro, con el campo y la industria en una relación virtuosa, que se retroalimente. No hay peronizar el campo, hay que ruralizar el peronismo. Hay que profundizar la inversión en proyectos de investigación y desarrollo en energía, litio, nuevas tecnologías, Vaca Muerta, minería y fuentes of-shore de hidrocarburos.
La inversión en ciencia y tecnología es estratégica para un Estado que aspira al desarrollo con inclusión, desde un proyecto nacional, inserto en un mundo diverso.
Planteamos la necesidad avanzar en la conformación de una red de pagos digitales gratuitos para todos los habitantes de Argentina, para mejorar la inclusión financiera y explorar urgentemente las potencialidades de una Moneda Digital para resolver el problema monetario del país.
Tenemos que apostar por las potencialidades de la economía del conocimiento, la innovación tecnológica y el uso de Big Data para un Estado inteligente.
Debemos abordar la discusión por los modelos de Seguridad y de Justicia que queremos, para vivir en paz, porque la violencia y el caos pueden llevar a la desintegración social y económica. Definir políticas públicas que permitan la protección de los ciudadanos y la prevención del delito. Queremos una cultura de la paz y de respeto a los Derechos Humanos, con una Justicia oportuna, sin privilegios, que no criminalice la pobreza, que sea imparcial y garantice la igualdad ante la ley, sin importar la posición social, el partido político o el poder económico de las personas.
Proponemos, también, diagramar una reforma laboral que discuta temas como la semana laboral de cuatro días, la equiparación de las licencias de paternidad y maternidad, la igualdad salarial de género y el reconocimiento de los trabajos de cuidados no remunerados, como un activo de la misma relevancia que el trabajo asalariado en la sociedad.
Pero no debe ser una reforma laboral regresiva, que quite derechos a los trabajadores, con el argumento de que hay un exceso de protección que desalienta la inversión y la creación de trabajo, porque no es verdad.
Defendemos los convenios colectivos, porque implica defender la Constitución Nacional; defendemos la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, porque así lo establece el artículo 14 bs de nuestra Carta Magna; y defendemos una mayor participación de las y los trabajadores en el PBI, porque la dignidad es la base de una mejor calidad de vida.
Queremos debatir un nuevo contrato social que aminore las profundas desigualdades y debatir también el Ingreso Básico Universal. Promover políticas para la construcción colectiva de ‘ciudades verdes’ e inclusivas que fomenten el arraigo y el cuidado del medio ambiente. Incorporar paulatinamente prácticas de economía circular y sustentable que amortigüe las consecuencias del cambio climático, porque una agricultura y una ganadería amigables con el ambiente son posibles.
Hoy en el mundo el 10% de las personas más ricas poseen el 85% de la riqueza. Esto debemos modificarlo y transitar hacia una reforma impositiva progresiva y moderna. Y, en este sentido, ya hemos implementado la eliminación del IVA para los productos de la Canasta Básica Alimentaria y la eliminación del pago del Impuesto a las Ganancias de las y los trabajadores.
Otro elemento no menos importante es el de definir una mirada federal en materia de infraestructura, no solo que ayude a eliminar las inequidades existentes entre el interior y el AMBA, sino que definitivamente se encamine hacia un país desarrollado, integrado y armónico.
Hoy el peronismo debe encaminarse hacia una Nueva Renovación, que será la tercera de su historia. Habrá que seguir tocando, pero componer a la vez.
Espartaco Marín
Diputado provincial