La hoja de ruta fue diseñada por tres expertos: Fernando Vilella, Pedro Vigneau y Germán Paats junto a otros especialistas y productores. Son los que iniciaron la transición con Bahillo
Fernando Vilella es una de las personalidades más destacadas a nivel nacional en materia de bioeconomía. Es habitante frecuente de cuanto foro sobre la materia se realice en algún punto del país. Es un académico que se desempeña en la Facultad de Agronomía de la UBA donde es director del Programa de Bioeconomía y profesor titular de la Cátedra de Agronegocios. Será el responsable de la cartera de Agricultura y Ganadería de la Nación a partir del 10 de diciembre. Pero no estará solo, sino que lo rodea un equipo de 20 personas entre los que se destacan dos laderos más cercanos: Pedro Vigneau, presidente de Maizar y expresidente de Aapresid con paso por la función pública durante la gestión de Mauricio Macri; y Germán Paats, expresidente de Barbechando y actual secretario de esa institución que tiene como finalidad el vínculo entre el campo y el Congreso; por eso se destaca por las horas transitadas en oficinas y despachos, especialmente de la Cámara de Diputados, donde tiene ya una historia recorrida.
Es el tridente que Javier Milei tiene previsto que encabece el área agropecuaria en su gestión. No es casual. Los tres trabajaron un programa de agricultura y valor agregado que llegó a manos de Milei y que recibió su visto bueno y que se convertirá en el punto de partida de la gestión que inicia el 10 de diciembre. Pero además, aseguran que ese programa tiene un plafón amplio porque muchos expertos y productores participaron o lo avalaron. Es, en definitiva, un Plan de Gobierno para el desarrollo de la agroindustria de la mano de la bioeconomía.
Hace pocos días, elaboraron un escrito donde cuentan que “desde hace años venimos trabajando en trasmitir la importancia de la bioeconomía argentina y sus enormes posibilidades y oportunidades que se dilapidan por dirigencias que en el mejor de los casos son solo mediocres. Todos nuestros malos resultados son verificables y también los de los países que tienen buenas políticas públicas para el sector”, indicaron.
Sin embargo, el punto de partida de Vilella, Vigneau y Paats los excede en su área y plantea la necesidad de lograr un orden macroeconómico. “Cualquier intento será vano, mientras no se resuelvan algunos temas transversales a todas las áreas, algunos de la macro como por ejemplo lograr una inflación semejante a la media latinoamericana, acceder a un precio único de mercado para la moneda empleada en transacciones de exportación e importación, recuperar un mercado financiero que financie al sector productivo y no solo al Estado, lograr la apertura a los mercados internacionales con acuerdos que disminuyan los aranceles de ingreso y no intervenir los mercados en forma continua, entre otras. Pero solo con esto no alcanza si no se formulan políticas micro que impulsen el desarrollo, despierten inversiones y generen trabajo genuino y de calidad”, consideran los tres hombres que delinean por estas horas la primeras acciones de política agropecuaria.
En otro tramo del escrito de Vilella, Vigneau y Paats, destacan que “hay otras interacciones que deben realizarse para bajar los costos, tanto logísticos y de transporte, como, por ejemplo, la reanimación del ferrocarril de cargas, la construcción de centros logísticos, el incremento de la conectividad, con instalación de servicios web con ancho de banda apropiados, construir autopistas, emplear camiones bi-trenes, y también disminuir los costos laborales para los nuevos trabajadores en blanco”, plantearon.
Y ya alertaron sobre un problema del crecimiento a futuro: “Pronto habrá una gran expansión económica y quedará en evidencia el déficit en recursos humanos adecuadamente formados. Eso requerirá de respuestas de corto plazo en capacitación in situ, y lo fundamental es devolver el nivel que se perdió en las últimas décadas en las escuelas públicas primarias y secundarias. Esto incluye, especialmente para la agrobioindustria, a las rurales y agrotécnicas tan olvidadas”.
Para los representantes de Milei en materia agropecuaria, “es indispensable un eje ordenador atractivo y cercano, como duplicar las actuales exportaciones en el corto plazo y triplicarlas en el mediano”, indicaron.
Y concluyeron: “Se debe movilizar a toda la comunidad con un objetivo central que se viva como una nueva utopía: El futuro es para todos. Los 46 millones que viven en nuestro país y el millón que emigraron para tener otras oportunidades. Para lograrlo, desde el primer día hay que mostrar una hoja de ruta clara y contundente, donde todos se puedan identificar, y avanzar en su cumplimiento”.
Una propuesta central: eliminar retenciones en cuatro años
Entre las propuestas centrales que impulsan Vilella, Vigneau y Paats está la eliminación de los derechos de exportación durante el mandato presidencial. Pero además, hay otro abanico amplio de iniciativas:
-Eliminación de los impuestos a las de exportaciones, mal llamados “retenciones”. Los complejos soja, maíz y trigo con un camino corto establecido por ley, donde parte de esos recursos puedan ser bonos habilitados para el pago de impuestos o inversiones. El resto anularse desde el primer día.
-Eliminación inmediata de la multiplicidad de regulaciones que impiden exportar e importar insumos o maquinarias.
-Una amplia Ley Nacional de Inversiones que no discrimine sectores o regiones. Todos los instrumentos habituales (amortización acelerada, devolución automática crédito IVA, incentivos laborales) serán iguales para cualquier inversión propuesta. Vaca Viva es igual a Vaca Muerta. Se eliminan todos los regímenes artificiales.
-Promover inversiones privadas, para la mejora sustantiva de logística, transporte y conectividad.
-Promover una ley de germoplasma (mal llamada de semillas) que permita recuperar el liderazgo tecnológico perdido frente a nuestros vecinos y potenciar tanto la producción de la zona núcleo como la de todas las economías regionales.
-Promover la trasparencia en todas las cadenas, evitando los dobles estándares impositivos, sanitarios y regulatorios a escala nacional, provincial o municipal.
– Simplificar o eliminar todos los registros especiales para productores.
-Generar una Estrategia Nacional para la Certificación y la Trazabilidad, ya que tenemos el sistema productivo de menor huella ambiental y no lo estamos aprovechando en las mesas de negociaciones geopolíticas o comerciales.
-Fomentar la visión bioeconómica y la economía circular. Tenemos abundancia de recursos naturales, empresarios de alto nivel y también un sistema científico tecnológico acorde a los requerimientos que permitan incorporar mucho conocimiento a la biomasa. Todo esto sin olvidar la protección a la biodiversidad y a su aprovechamiento sostenible.
-Reformular la actual y retrógrada ley de biocombustibles, maximizando el corte de los combustibles, y desregulando la fijación de precios.
-Fortalecer con planes estratégicos de largo plazo al Inta, Senasa, Inase e Inidep.
-Refundar la frutihorticultura con foco en una alimentación saludable de los argentinos y una exportación sustantiva, impulsando la adopción de la Buenas Prácticas Agrícolas.
– Promover las producciones regionales, para el desarrollo local a partir de condiciones que generen competitividades sustentables en un país federal.
– Desarrollar un Programa Nacional de Riego que genere millones de hectáreas regadas en todas las regiones aptas, aprovechando las diversas tecnologías y fuentes de agua que incrementen y estabilicen la producción.
Con el conjunto de estos y otros instrumentos, en poco tiempo se podría duplicar y luego triplicar las exportaciones agrobioindustriales que son la clave para el cambio estructural argentino, aportando crecimiento económico y social, divisas, trabajo en territorio, asentamiento poblacional y una mejor calidad de vida para todos los argentinos.
Fuente: El Puntal